miércoles, 4 de marzo de 2009

Neuróbica contra el Alzheimer


El hemisferio derecho del cerebro se lo va a agradecer

El simple hecho de cambiar de mano para cepillarse los dientes, contrariando su rutina y obligando la estimulación del cerebro, es una nueva técnica para mejorar la concentración, entrenar la creatividad y la inteligencia y así realiza un ejercicio de Neuróbica.

Un descubrimiento dentro de la Neurociencia revela que el cerebro mantiene la capacidad extraordinaria de crecer y mudar el patrón de sus conexiones. Los autores de este descubrimiento, Lawrence Katz y Manning Rubin (2000), revelan que Neuróbica, o la "aeróbica de las neuronas", es una nueva forma de ejercicio cerebral, proyectada para mantener el cerebro ágil y saludable, creando nuevos y diferentes patrones de actividades de las neuronas de su cerebro.


Cerca del 80% de nuestro día está ocupado por rutinas, que a pesar de tener la ventaja de reducir el esfuerzo intelectual, esconden un efecto perverso: limitan el cerebro. Para contrariar esta ten
dencia, es necesario practicar ejercicios "cerebrales" , que hacen a las personas pensar solamente en lo que están haciendo y concentrarse en esa tarea. El desafío de Neuróbica es hacer todo aquello contrario a la rutina, obligando al cerebro a un trabajo adicional.


Algunos de los ejercicios:

- Use el reloj en el pulso contrario al que normalmente lo usa
- Cepíllese los dientes con la mano contraria a la acostumbrada
- Camine por la casa de
espaldas (en la China, esta rutina la practican en los parques)
- Vístase con los ojos cerrados
- Estimule el paladar con cosas diferentes
- Vea las fotos, de cabeza para abajo (o las fotos o usted)
- Mire la hora en el espejo
- Cambie de camino para ir y volver del trabajo
- Muchos otros, dependiendo de su inventiva.

La idea es cambiar el comportamiento de rutina. Trate de hacer algunas cosas diferentes con su otro lado del cerebro, estimulándolo de esa manera. ¡Vale la pena probar! Sigan las instrucciones, se lo recomiendo. Aunque yo tuve algunas dificultades, a saber:

Cambié el reloj de muñeca y cada vez que me preguntan la hora y miro automáticamente la muñeca izquierda, me ponen cara de "¿éste es estúpido o tiene Alzheimer?".


Intenté manejar el cepillo de dientes con la zurda: lo agarré por las cerdas y le puse pasta a la punta de plástico. Me quedaron las encías a la miseria.

Caminé de espaldas por mi casa (cuando no había nadie, claro, para que no me tomen por pirucho), pisé un juguete de mis hijos y me fui al demonio. Tuve que esperar 4 horas a que mi vecina escuchara mis gritos para que me ayude a levantarme. ¡¡Me cacho en los chinos!!


Me vestí con los ojos cerrados: me puse el calzoncillo que me había quitado la noche anterior (sí, duermo en cueros, ¿y qué?) y que había dejado para lavar (y bien que lo necesitaba…), y me calcé mocasines de distinto color.


Quise estimular el paladar con cosas diferentes y me agarré una curda morbosa con pisco peruano.


Si pudiera ponerme de cabeza laburaría en un circo, así que intenté girar 180 grados las fotos de la compu, pero como, en cumplimiento de estas sanas directivas, manejé el mouse con la condenada zurda, borré gran parte del archivo de fotos (¡mi hija me va a matar!).


Casi ni veo la hora en mi reloj... ¡y pretenden que la mire en el espejo!


Me equivoqué, y en lugar de cambiar de camino para ir y volver del trabajo, cambié de lugar de trabajo. Fui al anterior y me sacaron a patadas.

Por último, traté de mandar un mail contando esta experiencia, tratando de dominar el #*¬|%\! ratón con la #*¬|%\! zurda e incluí en la lista por error a todo el directorio de la empresa. Al rato me llamó mi jefe para preguntarme si siempre fui así de estúpido o si estoy haciendo un master.


Déjenme de jorobar, seguiré con mis rutinas, total, el Alzheimer no es tan jodido, y ni siquiera te das cuenta.

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