Los economistas, claro, tienen sus eufemismos: conflictividad social no es otra cosa que el despelote que ya hemos visto, y que seguiremos viendo en nuestras calles. Piden aumentos los maestros, los policías, los jubilados, pero no hay más plata para repartir. El campo pide baja de retenciones, los empresarios quieren menos impuestos, los servicios públicos exigen suba de tarifas. Junto a todo esto, se nota, se palpita, que la gente anda más nerviosa. Los “arbolitos” proliferan en la plaza, aprovechando la demanda del billete verde. La inseguridad viene creciendo y lo hará aún más. Veremos violencia de todo tipo. Cuando la gente se desespera es capaz de hacer lo impensado.
El empresariado sabe que “algo” está pasando. Si vendieron poco en enero, era que todos estaban de vacaciones. Para febrero, dijeron que, como venían de vacaciones, se ajustaron con los gastos. En marzo no hay plata porque empiezan las clases y hay que pagar la cuota de los chicos, la inscripción, los útiles y la ropa para la escuela. ¿Y en abril? Ya veremos qué excusa inventamos en abril…
Usted ya estaba avisado. “Abróchese los cinturones, que viene un aterrizaje forzoso”, le dije en diciembre pasado, en el nº1 de esta revista. En el nº2, le expliqué cómo se forma una burbuja (van a ver crecer algunas en este tiempo) y cómo se da una corrida bancaria. En el nº3, el extenso fragmento de “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand, nos da un ejemplo de qué pasa cuando se pretende distribuir el dinero “según las necesidades”, y exigir el esfuerzo “según la capacidad de cada uno”.
¿Queda alguna duda? ¿Necesita alguien más señales que las que ha dado el gobierno, estatizando jubilaciones, adelantando elecciones, bicicleteando vencimientos, subiendo impuestos cuando debía bajarlos? No diga que no le avisé: no importa si este gobierno sigue o renuncia, no importa si empieza a hacer las cosas bien o si sigue haciéndolas mal, no importa quién lo suceda si renuncia. Ya es demasiado tarde. Nos vamos a encontrar pronto en el fondo del abismo.
“No se asuste, prepárese. No huya, enfréntese. En algún momento se sale. Mientras, pregúntese qué haría usted si tuviera capital para invertir. ¿Dólares? Lo mismo piensa todo el mundo, por eso, hasta que no se frene su aumento, junto con todas las causas que lo provocan, deberemos olvidarnos de ver más empleo, más crecimiento, más bienestar. Ojala me equivoque, pero no lo creo.”
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